domingo, 3 de noviembre de 2013

La sospecha del vecino


Un día como todos, estaba en mi casa mirando tele, era alrededor de 3.55 a.m. De pronto, en la ventana de mi cocina, escucho gente murmurar, me asomé para ver qué sucedía, en ese mismo instante recordé que un día me había llegado un rumor sobre mi vecino, algo así como que vendía droga. Yo no sospeché nunca porque parecía buena persona, pero ese día empezó mi sospecha. Escuché que unos chicos decían que “la vendía a precio justo, lo dudé desde ese entonces. 

Quería saber qué pasaba y comencé a quedarme despierto por las noches para averiguar. Una noche escuché una sirena y por la ventana vi un resplandor azul que entraba por allí, me asomé a ver y era la policía que por lo visto venia a allanar la casa. 

Mi vecino asustado salió a hablar con un policía para saber qué sucedía, el oficial le mostró una orden de allanamiento. Él les dijo que esperen un rato y se metió a su casa, después de cinco minutos, salió, la policía entró rápidamente y a la media hora salieron todos, no encontraron nada. Bueno, así terminó esa noche.

La semana siguiente unos chicos golpearon la puerta de mi casa, confiado, salí y vi en mi cara la punta de una pistola, dos jóvenes rápidamente se metieron en mi hogar, me pegaron y quedé inconsciente por media hora mas o menos. Cuando abrí mis ojos estaba amarrado a una de mis sillas, de manos y pies. Uno de los dos le dice al otro _Dale Pablo, despertalo. Este chico, Pablo, me miró, me apuntó de nuevo con su arma y me gritó preguntándome:

─¿dónde está?─. 

─¿El qué? ­─le dije.

─La pasta, la merca, la droga, ¿qué te haces el otro? Si sabes bien de lo que te hablo, dale entregamelo todo ─me respondió este chico─.

Asustado le grité, apretando mis ojos, que yo no tenía nada, que el que vendía era mi vecino. Pablo de pronto dice:

─Miguel, andá a revisar─.

Y cuando abrió una puerta gritó nervioso:

─Noooo!!! Ahí no entrés─.

Me callé de pronto mirando hacia otro lugar. Escuché unas sirenas y los jóvenes salieron corriendo. Antes de llegar a la puerta, uno de ellos tropezó con una baldosa floja, cuando la corrió descubrió el lugar donde escondía una parte…

Me quedé tranquilo porque el resto lo tenía bien oculto en otro lugar. Ellos se llevaron lo que vieron y huyeron. Traté de aflojar la cuerda para liberarme, pero no lo logré. Llegó la policía y me desataron, pero tenían en mano una orden para allanar mi casa. Encontraron todo. Fui preso. Hoy en día estoy acá en mi celda, contándoles esta historia, esperando a poder ser libre de nuevo. Solo me quedan dos años después de estar quince años en la cárcel.

Yasmin, Daniel y Braian




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